Giulietta

El imparable grupo hostelero Le Cocó que acaba de arrancar, La Cerda, su último y más atrevido proyecto en Chueca, nos deleitaba allá por 2018 con un nuevo restaurante italiano en el madrileño barrio de Hortaleza. Un coqueto espacio que nos embriaga con la seductora esencia de la Toscana y nos enamora con una cocina italiana casera elaborada con mucho cariño que nunca defrauda.

Nada más cruzar el umbral de Giulietta nos conquistan sus entrañables paredes de ladrillo visto, las cálidas tonalidades rojizas, sus plantas distribuidas con gusto por todo el local y unos estudiados puntos de luz que confieren al restaurante una estética que evoca la más auténtica Toscana.

Un restaurante acogedor y tranquilo, que resulta ideal para disfrutar tanto en pareja, con amigos o en familia, y donde las mascotas son siempre bienvenidas porque es pet friendly. No podemos dejar de mencionar su maravilloso porche que se adapta perfectamente a cada estación. En verano, abierto, para disfrutar del buen tiempo, mientras que en invierno se acristala y se equipa con estufas para que la temperatura nunca sea un problema y el disfrute esté siempre garantizado.

En nuestra primera visita a Giulietta, que tenemos claro no va a ser la última, comenzamos saboreando una riquísima insalata caprese con mozzarella di búfala, que dio paso a unos originales involtini di gamberoni e pepperonata con mahoenesa di nduja. Unos divertidos rollitos crujientes de gambas, pisto de salami y mayonesa de sobrasada picante, que desembocaron en el esperado momento de la pasta. Imprescindible probar el rigantoni con funghi. Una espectacular pasta con boletus y trufa que sirven dentro de una hogaza de pizza que es un verdadero espectáculo. Un plato digno de ser fotografiados y que nos hará volver muy pronto a Giulietta.

No podíamos dejar de probar sus famosas pizzas, y finalmente nos decantamos por la diavola con scarmoza affumicata. Una sabrosísima pizza con pepperoni y queso scarmoza ahumado con un ligero, y acertado toque picante, que nos conquistó desde el primer bocado.

Haciendo verdaderos esfuerzos, llegamos al dulce momento del postre para sucumbir ante la cremosa tarta de queso. Un dulce bocado de placer que nos pareció el broche final perfecto para nuestro inolvidable viaje a la Toscana. Giulietta un inolvidable viaje a la encantadora Italia a través de una rotunda propuesta gastronómica, auténtica y genuina, con toda la esencia del mediterráneo. Una cocina con alma que parece elaborada por la nonna en la que cualquier plato de la carta esta riquísimo. Sin duda, un restaurante al que volver y ¡Volver!