Casa Carola, celebra su vigésimo quinto aniversario

Nada mejor que un buen cocido para entonar el cuerpo durante los fríos días de invierno en la capital. Un plato castizo y rotundo, que en Casa Carola llevan preparando con cariño durante los últimos veinticinco años en tres vuelcos como manda la tradición.

Desde que Casa Carola abriera sus puertas, allá por el año 1998, a la altura del numero cincuenta y cuatro de la madrileña calle de Padilla, no han cesado de cosechar adeptos incondicionales a ese rotundo cocido que ayuda a sobrellevar los desapacibles días invernales en la capital.

Un solemne ritual que podemos disfrutar todos los días a mediodía, de lunes a domingo en una taberna como las de antaño. Un acogedor espacio con personalidad propia donde los azulejos cobran un protagonismo indiscutible y donde no faltan infinidad de fotos, tanto de ilustres clientes, como artículos que han sido publicados a lo largo de los años en distintos medios haciendo eco de este delicioso manjar tan puramente castizo.

Arrancamos nuestra visita a Casa Carola, como es costumbre con una riquísima croqueta de cocido y una acertada copa de cava, que nos da la mejor bienvenida posible a esta maravillosa aventura gastronómica con rotundo sabor a tradición. Como no podía ser de otra forma, continuamos con la humeante sopa de cocido que llega a la mesa en un bonito puchero para que nos podamos servir a demanda y disfrutar plenamente de su delicioso sabor que nos entona el cuerpo y anima el alma a partes iguales.

El segundo vuelco, llega protagonizado por unos formidables garbanzos de cosecha propia que llegan directamente de Segovia y que acompañamos con unas riquísimas verduritas y patatas, antes de pasar al suculento momento de las viandas. Una llamativa bandeja en la que podemos elegir entre carnes de añojo y pollo, chorizo de sarta, morcilla casera, tocino ibérico, codillo de jamón y huesos de caña. 

Los tres vuelcos se sirven en cantidades más que abundantes para que podamos repetir las veces que queramos y saciar plenamente nuestro antojo de este sublime cocido madrileño que nunca defrauda.

No obstante, merece la pena dejar lugar para probar su maravillosa tarta Charlota. Una espacie de tiramisú elaborada artesanalmente que nos regala el broche final perfecto para una comida que nos permite comernos Madrid a bocados… Porque a veces… ¡Es lo que más nos apetece!