Hotel Gastronómico Torre de Galizano

El Hotel Gastronómico Torre de Galizano alberga en su seno un encantador restaurante de autor, capitaneado por el joven chef Javier Marañón que, tras su paso por las cocinas de Andrés Berasategui, Eneko Atxa e Hilario Arbelaitz, nos deleita con una propuesta sublime, equilibrada y deliciosa, que engancha de inmediato al comensal. La propuesta de Marañón es muy personal, con una fuerte base en los productos de temporada y en la tradición. Materias primas que obtienen principalmente de su huerta y ganadería propias, con las que elaboran sensacionales bocados que nunca defraudan. Los hermanos Marañón, Marcos y Javier, propietarios e ideólogos del proyecto, son la tercera generación de hosteleros de su familia. Los increíbles artífices de este proyecto sostenible, que se caracteriza por la calidad de sus servicios, y se complementan con una magnífica propuesta culinaria, que supera con creces cualquier expectativa preconcebida. En el restaurante gastronómico La Torre By Marañón, encontramos un espacio elegante y tranquilo, donde Javier, da rienda suelta a su personal estilo de cocina, que se sustenta en una impecable técnica, que se complementa con productos de primerísima calidad, con el reto de aportar a esta zona cántabra con una cocina de alto nivel. Una cocina contemporánea de proximidad, en la que los productos cobran siempre un protagonismo indiscutible.

En nuestra visita a La Torre de Marañón, comenzamos saboreando una curiosa mantequilla casera aromatizada con cítricos, que untamos a conciencia en el riquísimo pan casero mientras nos preparaban los snacks. Los divertidos aperitivos llegaron para enamorar nuestros paladares de inmediato. Una fantástica torta de maíz con carne de las vacas de su propia ganadería, con emulsión de setas y cebollita roja encurtida; unas fabulosas croquetas cremosas de carne y un sorprendente capuchino con base de crema de morcilla y espuma de patata, que nos conquistó desde la primera cucharada. A continuación, les tocó el turno a los entrantes que dieron comienzo con una sensacional ostra francesa con granizado de pomelo, que nos condujo a un insuperable milhojas de foie y mango caramelizado con crema de zanahoria y polvo de aceitunas. Para terminar con el apartado de los entrantes, nos sorprendieron con unos selectos espárragos de Navarra servidos sobre una potente base de quesuco de Cantabria, anchoas y emulsión de almendras decorados con perlas de caviar de aceite. Una receta arriesgada y sumamente acertada, que dio paso al arroz cremoso con guiso de rabo de sus vacas charolesas con anguila ahumada y toque de citronela. Sabor en estado puro. Después, le llegó el turno a una espectacular lubina salvaje del Atlántico, elaborada a la sal con jugo de pimiento rojo asado a la leña con alcachofas confitadas. Un producto de primera que nos llevó a un rotundo plato de caza. Un riquísimo lomo de corzo con salsa de frutos rojos, guiso de setas y salsa de jugo de carne reducido, que anunció el dulce momento del postre. En este caso, un plato de chocolate en texturas compuesto por brownie, cremita de chocolate y toques de chocolate blanco. Una delicia en toda regla que remataron con unos vistosos mignardises: roca de chocolate y cacahuete, pasta de mantequilla y brownie de limón. El remate final perfecto para una comida realmente memorable.