Los escenarios de una ciudad romántica (parís), son el foco directo de casi el 70% de lo que esta serie muestra desde el capítulo uno. Estando entre las historias literarias bien vistas de aquella Francia, en el año 1905, por Maurice Lebranc, autor del libro, que ha sido llevada a pantalla en otras ocasiones, pero siendo ésta en Netflix, la versión moderna que se ha posicionado en su primer mes como todo un éxito para la plataforma.
Lupin, sin casi preámbulos, ha demostrado tener una ligera historia llena de detalles, que como espectador fascinan, por el simple hecho de contar con el carisma que el protagonista Assane Diop (Omar Sy), diseña en cada una de las escenas, con la finalidad, de convertirse inteligentemente en un ladrón para limpiar el nombre de su padre, quien después de tantos años, venga por injusticias dictadas ante la desaparición de un collar que desde ese momento cambió su vida. Es por ello, que la actuación forma parte del ingrediente preciso para ver los primeros cinco capítulos de esa primera temporada, la cual ya se anunció a modo tentativa una segunda que tendrá igual o más suspenso de contenido imaginario.
Es innegable que la serie se ha venido ganando el lugar de muchos por la manera poco sofisticada de contar su historia, la cual, funciona por la simpatía inyectada de cada capítulo, donde se juegan bien las cartas entre el drama y la astucia de librarse en todo momento de la justicia, mientras se resuelve el acertijo de un pasado tergiversado. Sin embargo, no todos los enfoques de la trama son positivos, ya que, la historia original de Arsène Lupin, Diop, va tejiendo una red de piezas que conforman diversas instrucciones basadas en una lectura que no solo una persona ha leído, y cuyas ideas, agarran sentido entre referencias cruzadas de lo correcto e incorrecto.
No es un secreto para nadie, que la mejor publicidad es la que se ha hecho de boca en boca, y Lupin, al traer una dinámica diferente, tiene un toque muy nacional sin necesitar en lo absoluto la firma Hollywoodesca para enseñar tomas bien cuidadas que, obviando los detalles de producción, quedan bajo perfil con la excusa de ver más acertijos resueltos.
Sus puntos fuertes son, sin lugar a dudas, sus giros de guion. El más potente lo encontraremos en el episodio cinco, pese a lo largo que luce, empiezan a encajar aún más los elementos de adornos que a simple vista no se notan y el buen hacer del elenco le da el gancho para no querer que termine. También, hay que resaltar que gracias al origen racial con el que han querido presentarnos al protagonista, notamos a un Lupin que proviene de Senegal, lo que marca claramente una denuncia sobre los prejuicios actuales, la intolerancia, exclusión y en definitiva el racismo que aún existe en el país vecino.